miércoles, 12 de marzo de 2014
Autoestima alta, la mejor
La autoestima está claro que hay que cuidarla. Cuántas veces nos han llegado frases del estilo de: tiene una gran autoestima o Tiene la autoestima muy baja… ¿De verdad se trata de tener alta la autoestima? Es decir que tendríamos que valorarnos por encima de. ¿Hasta qué punto eso es cierto? Si tenemos la autoestima alta, más logros conseguiremos. ¿Sí?
Frases como: Anda, qué belleza, ¡no pareces tú! Hasta ese momento, ¿qué sucedía con tu aspecto físico? Si estás más guapo, más logras. Si tienes la autoestima alta, también. Y si además crees que eres el mejor, todavía más.
Existe un mecanismo de defensa que es conocido por algunos, por otros no, donde nos protegemos mejorando ese aspecto físico que hasta ahora no había sido cuidado apenas, o cuidándolo hasta límites insospechados, somos más extrovertidos, más mejores, números uno donde los haya. Perfectos. De esa forma nadie ve nuestras posibles debilidades y competimos muy bien, somos un buen producto.
En muchas ocasiones se crea una competencia comparable solamente con la de la selva dentro del mundo salvaje. Tiene cabida el más o la más perfecto o perfecta a todos los niveles. Nos pedimos cada día más y más, hemos de mantener el estatus de perfección a toda costa. Más inteligentes, más guapos, más exitosos más y más y más. Eso sí, con la autoestima más alta del mundo. De forma que si en algún momento y quizás de forma inesperada nos sucede algo debemos mantenernos siempre altos.
Si me disculpáis pregunto. Y todo eso, ¿por qué?
No hace mucho tiempo en la facultad de Psicología presencié una conversación donde se dejaba bien claro quién era el supuesto “león” de esa selva. Aunque hubo un detalle final que me dio que pensar…
Dos alumnas: ¿Qué tal el examen? ¡A mí súper bien un 9! Bueno, yo he aprobado, estoy contenta por que estudié mucho, tengo un 6,8. ¿Sóoolooooo? ¡Qué nota más baja! ¡No serás nadie en esta vida! (se despiden y la cara de tristeza de la segunda indescriptible; pero le viene una sonrisa enseguida a la cara, vino a buscarla su chico con unas flores por haber aprobado con un 6,8)
Permíteme que, como mínimo dude que por haber sido el estudiante más exitoso, más guapo, más alto en autoestima y más mejor tu vida sea la más maravillosa y roces el mínimo ápice de felicidad.
Es cierto que es importante que una persona tenga un buen conocimiento de su persona, de sus capacidades y sus limitaciones, por supuesto. Que sepa aprovechar con un buen maquillaje unos ojos bonitos y que sea consciente de las limitaciones de entrada en comprensión de texto si sufre de un tipo concreto de dislexia.
El justo autoconcepto es la puerta de entrada a la autoestima equilibrada y sana.
Cuando una persona conoce y sabe quién es en su, más o menos, justa medida es cuando puede saber y llegar a conocer su verdadera autoestima más equilibrada. Esa sería la palabra ideal, equilibrada, ni más, ni menos.
Puede suceder que si pecamos de alta o baja autoestima no estemos haciendo una buena lectura sobre cómo somos realmente o lo que somos capaces de hacer, para bien y para mal.
Conozco a alguien a quien una vez estaban explicando con soberbia una exitosísima vida sentimental y la petrificación correspondiente del interlocutor que conocía y sabía de su verdadera situación muy contraria a la descrita, que era poco menos que de cuento de hadas y cerca de ser la felicidad más extrema. Por supuesto, no era cierto. Sufría mucho.
Es posible que si esa persona hubiera ajustado su autoconcepto, virtudes y limitaciones a la realidad, hubiera obtenido su autoestima equilibrada. Es más fácil y relajado saber en qué punto te encuentras, Pura lógica… ¿No debes ser más feliz de esa forma? ¿La felicidad ayuda a la satisfacción y logros? Puede ser, ¿No?
Algunos profesionales son expertos y pueden ayudar a encontrar ese punto justo, intermedio, equilibrado para conocer hasta donde podemos llegar y lo que nos hace felices verdaderamente. Respirar tranquilamente sin necesidad de competir constantemente y ser mejor que todos.
En la selva siempre te puede superar alguien más fuerte que tú y no se trata de eso.
viernes, 31 de enero de 2014
No hay futuro
En estos momentos es difícil ser positivo
en cuanto al futuro laboral y económico ya que la situación actual nos lleva
como mínimo a pensar qué será de nosotros, de nuestros hijos, de nuestros
nietos…

Les dices a tus hijos: “el día de mañana tienes
que ser alguien de provecho” y piensas: difícil, difícil con el panorama
actual. Es decir, que te fijas en los ánimos de la gente que te rodea y cada
vez son más bajos, aumenta la tristeza de no saber qué hacer con sus vidas.
Bueno… Quizás sea el momento de ver las
cosas de otra forma dado que no podemos cambiar esta situación que nos agobia.
Dejemos las quejas a un lado por un momento y ocupémonos de nosotros:
¿Por qué no pensamos en un plan B? Es
decir, si quieres ser profe piensa también en alguna otra ocupación a la que puedas dedicarte por si falla el
plan A. No solemos pensar más que en una profesión de entrada, o ninguna, o
miles. ¿Por qué no tener un plan B, o C? Un par de planes más como máximo. Si
te falla el primero o te desencanta ¿qué haces? Pasar al segundo. O
reinventarte.
Cuantas veces alguien nos ha comentado:
“siempre he querido ser tal o cual pero no pude”. Quizás puedas ahora, o quizás
alguien pueda orientarte sobre tu plan B si te bloqueas. Es el momento de
pensar en algo distinto si no te funciona lo que habías pensado desde la
infancia, o por herencia, o por convicción, o la vocación que luego no es tal.
Como decían algunos de otro sector que no
es la psicología: ¡Acción!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)