En algunas ocasiones hay cosas que te
superan y no sabes cómo debes enfrentarte
a ellas. Vale, vayamos al psicólogo pero… ¿Cómo lo escojo? He aquí un
dilema importantísimo, porque claro, dependiendo de a que psicólogo/a vaya me
irá mejor o peor… ¡Horror!¿Qué debo hacer?
Ya de por sí es bastante complicado
admitir que tienes un “problema” pero después de sufrirlo, aceptarlo y por fín admitirlo, si
encima te tienes que preocupar de escoger quién te va a preparar tu “fórmula
especial” para ayudarte a superarlo, ¡ya es demasiado! Se te plantean algunas
preguntas: ¿Cómo la o lo escojo? ¿Cómo sé que es bueno o buena? ¿Éste tema es
como el del ginecólogo o el del peluquero, que cada cual escoge si prefiere
hombre o mujer?
Bueno, si ya he dado el paso de saber que
algo me supera, ya he dado el paso más
importante de todos. Después, a buen observador…
Sí, observador ¿Y por qué observador?
Permitidme que os cuente un caso a modo
de ejemplo: una vez, un amigo con mucha vida detrás y otra tanta delante, me
dijo que el amor, el trabajo y muchos temas más, son en realidad como una
selección de personal aplicada a la propia vida. Algunas personas le trataban
de disparatado o frívolo pero pensándolo bien, puede que no sea un argumento
tan irracional. Al fin y al cabo escogemos amistades, pareja o no, lugar dónde
vivir si nuestras posibilidades nos lo permiten, entre otras muchas cosas o
situaciones y de esta forma tratamos de que nuestra vida sea más agradable y así
adquirir mayor calidad y confort. Podemos de la misma forma escoger algunos de
los profesionales que nos darán sus servicios, como el peluquero, el masajista
y tantos otros servicios. El psicólogo o psicóloga, también.
Aunque no sepamos si es bueno o no,
podemos usar la misma selección. Eso sí, hemos ser agudos, observadores y
seleccionar lo mejor posible. Como si tuvieras que escoger un padre que te
sustituye para criar y educar a tus hijos. Ahora, tenemos que actuar como
psicólogos para escoger a nuestro propio psicólogo. ¡Qué gran responsabilidad!
Si una amiga o amigo te aconseja a
fulanito o menganito, lo típico: es buenísimo, ella estaba con depresión y le
cambió la vida, es caro pero vale la pena, a mi hijo le va mejor desde que va a
verle en el cole. Vale, pero y a mí, ¿me irá bien, también? Observa con mucha
atención. La persona que te lo recomienda, ¿la tomarías como ejemplo y confías
en su criterio? Sí; seguimos. No; a otra cosa. No está mal que observes si ese
profesional tiene página web, o está en redes sociales, participa en foros,
saber qué dice y cómo lo dice. Una vez ahí, si te sientes identificada/o con
sus frases, si obtienes un sí seguimos. Si no, seguimos buscando. Si a una persona le ha servido, es correcto
pero ¿esa persona es similar a mi? Si es que sí, adelante, ya tienes al
profesional. Si no, seguimos buscando. ¿De qué me sirve que me digas que es
magnífico si bajo mi punto de vista tú no has mejorado en nada? Algo sé, me
siento más cómoda contando mis cosas a una mujer; perfecto, tú mandas y así acabas
reduciendo todo a un grupo pequeño y selecto exclusivo para ti, hasta que das
con el adecuado. Sí, más que una selección de personal, es una selección personalizada.
Tú mandas.
Adapta tu psicólogo a ti, no tú al
psicólogo. Luego, con tu esfuerzo y su ayuda podréis lograr que aquello que te
superaba se minimice al máximo.
À. Cruz
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