martes, 8 de octubre de 2013

Psicólogo a mi medida.

    En algunas ocasiones hay cosas que te superan y no sabes cómo debes enfrentarte  a ellas. Vale, vayamos al psicólogo pero… ¿Cómo lo escojo? He aquí un dilema importantísimo, porque claro, dependiendo de a que psicólogo/a vaya me irá mejor o peor… ¡Horror!¿Qué debo hacer?
    Ya de por sí es bastante complicado admitir que tienes un “problema” pero después de  sufrirlo, aceptarlo y por fín admitirlo, si encima te tienes que preocupar de escoger quién te va a preparar tu “fórmula especial” para ayudarte a superarlo, ¡ya es demasiado! Se te plantean algunas preguntas: ¿Cómo la o lo escojo? ¿Cómo sé que es bueno o buena? ¿Éste tema es como el del ginecólogo o el del peluquero, que cada cual escoge si prefiere hombre o mujer?
    Bueno, si ya he dado el paso de saber que algo me supera, ya he dado  el paso más importante de todos. Después, a buen observador…
    Sí, observador ¿Y por qué observador?
    Permitidme que os cuente un caso a modo de ejemplo: una vez, un amigo con mucha vida detrás y otra tanta delante, me dijo que el amor, el trabajo y muchos temas más, son en realidad como una selección de personal aplicada a la propia vida. Algunas personas le trataban de disparatado o frívolo pero pensándolo bien, puede que no sea un argumento tan irracional. Al fin y al cabo escogemos amistades, pareja o no, lugar dónde vivir si nuestras posibilidades nos lo permiten, entre otras muchas cosas o situaciones y de esta forma tratamos de que nuestra vida sea más agradable y así adquirir mayor calidad y confort. Podemos de la misma forma escoger algunos de los profesionales que nos darán sus servicios, como el peluquero, el masajista y tantos otros servicios. El psicólogo o psicóloga, también.
    Aunque no sepamos si es bueno o no, podemos usar la misma selección. Eso sí, hemos ser agudos, observadores y seleccionar lo mejor posible. Como si tuvieras que escoger un padre que te sustituye para criar y educar a tus hijos. Ahora, tenemos que actuar como psicólogos para escoger a nuestro propio psicólogo. ¡Qué gran responsabilidad!
    Si una amiga o amigo te aconseja a fulanito o menganito, lo típico: es buenísimo, ella estaba con depresión y le cambió la vida, es caro pero vale la pena, a mi hijo le va mejor desde que va a verle en el cole. Vale, pero  y a mí,  ¿me irá bien, también? Observa con mucha atención. La persona que te lo recomienda, ¿la tomarías como ejemplo y confías en su criterio? Sí; seguimos. No; a otra cosa. No está mal que observes si ese profesional tiene página web, o está en redes sociales, participa en foros, saber qué dice y cómo lo dice. Una vez ahí, si te sientes identificada/o con sus frases, si obtienes un sí seguimos. Si no, seguimos buscando.  Si a una persona le ha servido, es correcto pero ¿esa persona es similar a mi? Si es que sí, adelante, ya tienes al profesional. Si no, seguimos buscando. ¿De qué me sirve que me digas que es magnífico si bajo mi punto de vista tú no has mejorado en nada? Algo sé, me siento más cómoda contando mis cosas a una mujer; perfecto, tú mandas y así acabas reduciendo todo a un grupo pequeño y selecto exclusivo para ti, hasta que das con el adecuado. Sí, más que una selección de personal, es una selección personalizada. Tú mandas.
    Adapta tu psicólogo a ti, no tú al psicólogo. Luego, con tu esfuerzo y su ayuda podréis lograr que aquello que te superaba se minimice al máximo.

À. Cruz

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